Luego de ser vistos como los enormes edificios de lujo flotantes que
pasaban lejos de nuestras costas, los cruceros se han convertido en una
floreciente fuente de ingreso de turistas para el país, que ha
experimentado un crecimiento en los últimos años. De cerca de cuatro cruceros por año que venían hace dos décadas, ahora
nos visitan casi 200 y más del 50 por ciento de sus pasajeros hacen
tours y viajes al interior del país, que luego los motivan a regresar
por avión.
El siglo pasado observar un crucero en puerto era todo un
acontecimiento y una historia que contar para el afortunado que lo
viera atracar. Si acaso, llegaban tres barcos por año.
No se tienen cifras detalladas y recientes del comportamiento general
de esta industria, pero, de 74 que visitaron Costa Rica en 1992, se
pasó a 173 en 1994.
Desde 1985, cuando se produjo el
boom, las olas del mar no han cesado de atraer más visitantes.
Guerra de puertos
La labor de
convencimiento se torna difícil ya que a lo largo del recorrido los
turistas se ven tentados a conocer otros puertos en países cuyo
atractivo recorre el mundo entero: Puerto Rico, Panamá, Bahamas,
Curazao, Jamaica, República Dominicana y Barbados.
No obstante, el promedio de pasajeros que decide tomar una
excursión a algún destino nacional es de alrededor de un 57 por ciento,
del total de pasajeros de un crucero. La ventaja que
esto tiene para Costa Rica, como punto de atracción turística, es que
el gasto promedio de estos visitantes oscila entre los $120 diarios.
La mayoría de pasajeros son
estadounidenses y canadienses, mayores de 50 años, con un nivel
educativo alto y poder adquisitivo superior a los $5.000 mensuales. Es
un sector importante que se debe cuida.
Oleaje de efectos
El efecto multiplicador que estos lujosos barcos están produciendo,
independientemente de su actividad, es positivo. Muchos de los turistas que vuelven al país fueron motivados o influenciados por un viaje en
crucero, durante el cual estuvieron aquí por un día.
Las excursiones que se
le ofrece al pasajero son diferentes, dependiendo de su puerto. Si es
por Caldera, se les ofrece visitas a San José, Sarchí, recorrido por el
Golfo de Nicoya, las reservas biológicas de Carara, Villa Blanco,
Valle Escondido, el volcán Poás y el río Corobicí.
Desde el Caribe, las opciones para el visitante son otras: canales de
Tortuguero, Cahuita, río Danta, la EARTH, plantaciones de bananos y la
ciudad de Limón.
"Lo importante es que estamos
compitiendo con puertos como Acapulco, y la gente que viaja por crucero
ya sabe de Costa Rica y, en la medida en que decida realizar una
excursión, dependiento de su éxito, va a querer regresar", recalcó
Mauricio Ventura, presidente de la Cámara Nacional de Turismo.
Beneficio comunal
Otro de los beneficios con el ingreso de turistas por mar es el
beneficio generado a comunidades aledañas a los puertos de desembarco.
De acuerdo con datos suministrados por el Instituto Costarricense de
Turismo (ICT), se estima que, solo en la actividad de artesanía, son decenas de familias de Limón y Caldera obtienen su sustento como
consecuencia de la venta de sus productos a los cruceros.
Además, de acuerdo con un estudio preliminar de Swiss Travel, cuando
un crucero atraca se produce una cadena de servicios: se dan empleos
directos en puerto, como vigilancia portuaria, aduanas, migración, Cruz
Roja, limpieza, ventas de souvenirs, proveedores, sodas, empleados del
ICT, choferes de taxis y buses, músicos y bailarines.
Fuera de la infraestructura portuaria, también obtienen ganancia con
la presencia de este sector turístico los guías de turismo, choferes de
buses, agencias de viajes, personal de restaurantes, ventas de
artesanías y vendedores de frutas o golosinas, entre otros
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