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Hotel de Limón destaca en exclusivo listado de turismo.

La revista estadounidense Travel & Leisure , especializada en viajes y turismo, escogió al hotel limonense Tree House Lodge como uno de los 50 mejores “escapes románticos” del 2010. Sobre este hotel, la revista indicó en su listado anual: “Las parejas con espíritu aventurero pueden vivir sus fantasías al mejor estilo de Tarzán y Jane en Tree House Lodge, un sitio apartado en medio del bosque tropical de la costa del Caribe sur de Costa Rica”.



La revista no explica cuáles fueron los criterios para la elección de estos 50 destinos, pero en su descripción los editores indican que se trata de sitios donde las parejas “pueden escaparse a un hotel apartado, cenar a la luz de las velas u observar el atardecer en la playa”.

Entre los sitios escogidos aparecen Manhattan (Nueva York); Maui, Hawái; Heidelberg, Alemania; Montpellier y París, en Francia, y Roma y Venecia, en Italia.

Reacción. Martín Araya, del Tree House Lodge, declaró ayer que esta distinción es muy importante, especialmente porque se trata de un negocio “pequeño, pero muy responsable con el ambiente”.
Araya comentó que la electricidad para las cuatro casas proviene de paneles solares; además, la propiedad tiene un sistema de tratamiento de aguas residuales, y cada unidad habitacional tiene basureros para el reciclaje de aluminio, plástico y materia orgánica.

El Hotel está ubicado en las cercanías del refugio de vida silvestre Gandoca-Manzanillo, en Punta Uva, Limón.

Cruceros, un gancho para turismo foráneo.

Luego de ser vistos como los enormes edificios de lujo flotantes que pasaban lejos de nuestras costas, los cruceros se han convertido en una floreciente fuente de ingreso de turistas para el país, que ha experimentado un crecimiento en los últimos años. De cerca de cuatro cruceros por año que venían hace dos décadas, ahora nos visitan casi 200 y más del 50 por ciento de sus pasajeros hacen tours y viajes al interior del país, que luego los motivan a regresar por avión. 

El siglo pasado observar un crucero en puerto era todo un acontecimiento y una historia que contar para el afortunado que lo viera atracar. Si acaso, llegaban tres barcos por año.

No se tienen cifras detalladas y recientes del comportamiento general de esta industria, pero, de 74 que visitaron Costa Rica en 1992, se pasó a 173 en 1994.
Desde 1985, cuando se produjo el boom, las olas del mar no han cesado de atraer más visitantes. 

Guerra de puertos

La labor de convencimiento se torna difícil ya que a lo largo del recorrido los turistas se ven tentados a conocer otros puertos en países cuyo atractivo recorre el mundo entero: Puerto Rico, Panamá, Bahamas, Curazao, Jamaica, República Dominicana y Barbados.

No obstante, el promedio de pasajeros que decide tomar una excursión a algún destino nacional es de alrededor de un 57 por ciento, del total de pasajeros de un crucero. La ventaja que esto tiene para Costa Rica, como punto de atracción turística, es que el gasto promedio de estos visitantes oscila entre los $120  diarios.

La mayoría de pasajeros son estadounidenses y canadienses, mayores de 50 años, con un nivel educativo alto y poder adquisitivo superior a los $5.000 mensuales. Es un sector importante que se debe cuida.

Oleaje de efectos
El efecto multiplicador que estos lujosos barcos están produciendo, independientemente de su actividad, es positivo. Muchos de los turistas que vuelven al país fueron motivados o influenciados por un viaje en crucero, durante el cual estuvieron aquí por un día.

Las excursiones que se le ofrece al pasajero son diferentes, dependiendo de su puerto. Si es por Caldera, se les ofrece visitas a San José, Sarchí, recorrido por el Golfo de Nicoya, las reservas biológicas de Carara, Villa Blanco, Valle Escondido, el volcán Poás y el río Corobicí.

Desde el Caribe, las opciones para el visitante son otras: canales de Tortuguero, Cahuita, río Danta, la EARTH, plantaciones de bananos y la ciudad de Limón.

"Lo importante es que estamos compitiendo con puertos como Acapulco, y la gente que viaja por crucero ya sabe de Costa Rica y, en la medida en que decida realizar una excursión, dependiento de su éxito, va a querer regresar", recalcó Mauricio Ventura, presidente de la Cámara Nacional de Turismo.

Beneficio comunal
Otro de los beneficios con el ingreso de turistas por mar es el beneficio generado a comunidades aledañas a los puertos de desembarco.

De acuerdo con datos suministrados por el Instituto Costarricense de Turismo (ICT), se estima que, solo en la actividad de artesanía, son decenas de familias de Limón y Caldera obtienen su sustento como consecuencia de la venta de sus productos a los cruceros.

Además, de acuerdo con un estudio preliminar de Swiss Travel, cuando un crucero atraca se produce una cadena de servicios: se dan empleos directos en puerto, como vigilancia portuaria, aduanas, migración, Cruz Roja, limpieza, ventas de souvenirs, proveedores, sodas, empleados del ICT, choferes de taxis y buses, músicos y bailarines.

Fuera de la infraestructura portuaria, también obtienen ganancia con la presencia de este sector turístico los guías de turismo, choferes de buses, agencias de viajes, personal de restaurantes, ventas de artesanías y vendedores de frutas o golosinas, entre otros

Turismo con el alma del campo.

En la localidad de Biolley, Adolfo Solano y su familia reciben a quienes desean experimentar la vida en una finca tradicional. Con su chonete y su machete en mano, don Adolfo Solano Flores no proyecta precisamente la imagen de un empresario turístico. Pero, él sí que lo es.

Don Adolfo pertenece a un creciente grupo de costarricenses que, en las zonas rurales del país, le están apostando al turismo no solo como una fuente de ingresos, sino como una forma de vida.  Él, su esposa Yalile López y sus dos hijas adolescentes, Lisbeth y Marianela, poseen y manejan el hotel Finca Palo Alto, en la comunidad de Biolley (cantón de Buenos Aires, Puntarenas), zona sur de Costa Rica.

En un albergue y seis cabañas rústicas, la familia Solano López recibe a visitantes nacionales y extranjeros que desean escapar del bullicio de la ciudad. Andar a caballo, ordeñar y arriar ganado, o caminar por la montaña son algunas de las posibilidades que ofrece este sitio, donde aún es posible bañarse en ríos de agua cristalina y olvidarse que existe el teléfono celular (aunque en algunos sitios sí hay cobertura).

COMICS EN ESPAÑOL


Ello, aunado al canto mañanero de las aves, explican el porqué don Adolfo decidió, en 1995, salir de San Isidro de Pérez Zeledón y trasladarse a una finca de 38 hectáreas que había adquirido en Biolley.

"Nos vinimos, como dicen, huyendo del mundanal ruido", recordó. "La idea era trabajar el café y se me ocurrió sembrar en dos partes para probar, pero la situación del café es muy inestable, los precios caen y la vida es dura. Entonces, en mi mente formulé este proyecto", comentó Adolfo.

Campesina pionera. La primera casa que construyó esta emprendedora familia fue La Campesina, donde vivió algún tiempo. Hoy, esta cabaña cuenta con tres habitaciones para los turistas, una sala, dos baños y una hamaca en la entrada.

Luego, don Adolfo decidió construir otra casa que es donde residen en la actualidad. La Campesina quedó para los visitantes: "En eso llegaba alguien por ahí, gente del INA que venía a dar cursos o personas que venían a conocer la zona, y se las alquilábamos "a muy buenos precios", dijo.

Además del trabajo en la finca, don Adolfo se dedicó a atender a quienes llegaban, mientras que doña Yalile les cocinaba, sistema que se mantiene hasta la fecha. 

Desde los primeros años -y tal como lo demuestran los comentarios escritos en el cuaderno de visitantes- su cuchara ha sido uno de los atractivos del lugar.

Aunque cuenta con una cocina de gas nueva (que compraron en diciembre pasado), aún no se anima a usarla. Para preparar pan casero, queque de banano y galletas, prefiere seguir utilizando un hornito pequeño. 

Buscar naturaleza. Fiel a su visión inicial, don Adolfo continuó moldeando el hotel Finca Palo Alto. Añadió las cabañas El Tabanco, Los Jocotes, La Piedra, El Alberguito y La Meñique, así como El Albergue, este último con capacidad para 26 personas. Todas cuentan con electricidad y agua caliente. 

Su más reciente adición al proyecto del hotel consiste en un galerón pavimentado para estacionar los automóviles de los visitantes. Eso sí, él recomienda que los carros sean de doble tracción, porque el camino hacia Biolley desde el cruce de Las Tablas (sobre la calle a San Vito de Coto Brus) no se encuentra pavimentado.

Entre las posibilidades que ofrece el hotel, están las caminatas por la montaña, paseos a ríos y cataratas, cabalgatas, observación de aves, actividades con el ganado y participación en el cultivo del café orgánico.
Al encontrarse en la zona de amortiguamiento del Parque Internacional La Amistad (PILA), también se puede visitar dicha área protegida, la más grande del país y la única de carácter binacional. O bien, los turistas pueden sentarse a tertuliar en las tardes con la familia Solano López alrededor de tazas de café caliente, producido en la finca y recién chorreado por doña Yalile.

Arrecifes de coral brindan a Costa Rica $582 millones al año.

Costa Rica posee 970 kilómetros cuadrados de arrecifes de coral y en beneficios al país, estos generan unos $582 millones al año.

Así lo dieron a conocer el Viceministerio de Aguas y Mares, dependencia del Ministerio de Ambiente (Minae), la organización Conservación Internacional (CI) y la Asociación Interamericana para la Defensa del Ambiente (AIDA), las cuales esta mañana presentaron el informe “Los arrecifes de coral en Costa Rica: valor económico, amenazas y compromisos legales internacionales que obligan a protegerlos”.

El turismo de buceo se ve atraído por la barrera coralina en el Parque Nacional Cahuita.



Según Haydée Rodríguez de AIDA, los arrecifes proporcionan áreas de desove, alimento y refugio para especies de interés comercial para las pesquerías. También funcionan como barrera natural ante tormentas derivadas del cambio climático.

Asimismo, sus colores y biodiversidad constituyen un atractivo turístico y facilitan la investigación con fines médicos. Urge controlar la contaminación y el mal manejo turístico en estos ecosistemas y en general, en las primeras tres millas del territorio marino.

Hacer turismo entre indígenas.

Danilo Layal tuvo un sueño: crear un rancho para recibir a turistas y así difundir su cultura, la del pueblo bribri. Hoy, el hotel Ditsowo u ha materializado ese anhelo y, en sus escasos  años de existencia, ha contribuido a mejorar las condiciones de vida de su pueblo. 





Un sol de justicia golpea la carretera sin asfaltar que une Bribri con Bambú. Entre baches y sudores, Danilo Layal, un indígena habitante de la reserva del Alto Talamanca, explica que ha creado un lugar para el encuentro de culturas y hacia él nos dirigimos. A ambos lados, una exuberante vegetación contrasta con los monótonos cultivos de banano que hay antes de arribar. La madre naturaleza dice que ya estamos en territorio indígena.

“Pertenezco a la etnia bribri y llevo la mezcla de tres sangres en mis venas”, relata el talamanqueño, mientras recrea la historia de su pueblo.

“En 1914 llegaron los norteamericanos a estas tierras de la mano de la United Fruit y trajeron esclavos africanos para el cultivo del banano. Los indígenas abandonaron sus posesiones y se internaron en las montañas. Yo soy producto de este cruce de civilizaciones”, concluye. En 1927, una crecida del río Sixaola, que nos acompaña silencioso en la margen izquierda del camino, inundó las plantaciones de la compañía estadounidense. Gracias a la venganza de las aguas, algunos indígenas retornaron a sus lugares ancestrales. Hoy, Danilo ha creado un rancho abierto al turista desde el 2005, para mostrar al mundo las tradiciones de este pueblo al que hoy pertenecen más de 11.000 personas.



Pasado el pueblo de Bambú y a unos 200 metros en la margen izquierda de la carretera hacia Xiroles, la tupida vegetación se hace a un lado para presentar al rancho Ditsowo u , una construcción de madera que imita las tradicionales casas cónicas de los indios. Por la puerta se escapan las notas de una cumbia y en la entrada, Sonia, la cocinera, y Ana, la encargada de las camas, salen para dar la bienvenida a quienes acaban de llegar.

Tras bajar las valijas, el anfitrión muestra, una a una, las ocho estancias de este entramado construido en bejuco y diferentes maderas autóctonas. “El suelo es de cedro y las mesas son del tronco del laurel”, detalla el orgulloso regente, mientras mira al techo coronado por hojas de suita . “Vamos arriba para que vean todas las habitaciones.

 La casa del maíz

“Están ustedes en la Casa del maíz, que es la traducción de Ditsowo u . Para los indígenas, este grano representa a las diferentes razas del mundo”, relata Danilo. “Aquí han dormido turistas franceses, rusos, australianos… Hay días que vienen grupos de hasta 150 extranjeros para ver el rancho. El objetivo es ofrecer un punto de encuentro y un espacio feliz para todas las etnias”, culmina. 



La construcción multicultural hace referencia también a la huella que los estadounidenses dejaron en el territorio.
“Este poste es de madera de pino, lo rescatamos del río y lo pulimos para que también fuera parte de la casa”, cuenta el dueño, al tiempo que golpea fuertemente la madera.

Esta multiculturalidad no impide que la decoración respete escrupulosamente la cultura indígena. “Cortamos la madera siguiendo el ciclo de la luna –explica–. Si queremos que la construcción dure mucho, debemos talar el árbol en luna nueva”. La disposición piramidal del tejado no escapa al misticismo ya que, según la tradición bribri, las casas cónicas concentran la energía dentro del hogar.

Además de alojamiento en cómodos colchones cubiertos por mosquiteros, el rancho ofrece comidas cocinadas al fogón. “Mi especialidad es el cerdo ahumado”, comenta Sonia, mientras destroza a machetazos el cuello de un pollo que se convertirá en el plato fuerte de un rico casado a la leña. El huésped puede disfrutar del arte de la cocina tradicional indígena no solamente con el paladar sino también con la vista, ya que esta estancia se encuentra abierta al público.

 De ruta por los rincones

Tras admirar la autenticidad del lugar, nos dedicamos a conocer un entorno donde se combinan tradiciones con recursos naturales, siempre de manera sostenible. Desde el hotel se ofrecen tres alternativas diferentes para pasar la mañana.



La primera, y la más demandada por los turistas, es un paseo en canoa por el río Yorquin, hasta una cascada panameña. En media hora, el viajero podrá visitar un ecosistema virgen, con la única compañía de las garzas y algún mamífero como las nutrias.

Otra posibilidad que ofrece el establecimiento es un paseo a una finca orgánica donde el banano, el cacao y el plátano, entre otros, crecen bajo estrictas reglas ecológicas.

“Los indígenas fuimos los primeros conservacionistas de la historia y queremos que nuestras prácticas se difundan globalmente”, expresa Danilo.

El que prefiera adentrarse en el bosque tropical, lo puede realizar de la mano de un guía que, combinando el bribri con el español, explica con qué materiales está construido el rancho. Esta es una buena oportunidad para aprender esta lengua oral que, dados los tiempos que corren, “en 20 años puede desaparecer”, lamenta el guía.

Los interesados no encontrarán en la web la información sobre el rancho. “Yo soy naturista, no me gustan las computadoras”, se justifica Danilo que recomienda al visitante que “pregunte por m í en el Registro Civil de Bribri, donde trabajo, y yo les atenderé con gusto”.

La llave para el desarrollo.

Ditsowo u es mucho más que un lugar agradable para el turista. Este negocio se ha convertido en la llave para el desarrollo de Bambú. “De este rancho vivimos unas 15 familias de forma directa y 20 de modo indirecto Con esto queremos atacar el problema social”, confiesa Danilo, quien ve el turismo como “una alternativa a la difícil situación del indígena, dependiente de una agricultura en crisis”. 

Para ello nació en el año 2000 la Cámara de Turismo, una asociación local formada por 80 talamanqueños y a la que pertenece Danilo. “La cámara nace para crear una industria y un mercado netamente indígena que pueda sobresalir de aquí a Occidente”, explica. Y, para ello, nada mejor que utilizar los recursos naturales y las tradiciones culturales que les rodean, “siempre con ánimo de conservación”.

“Más vale una lapa viva que el plumaje en un penacho. Si matamos a la lapa para quitarle el penacho nadie vendrá a visitar a la lapa”, razona Romel Vargas, otro de los asociados.

“No queremos un turismo industrializado, queremos un turismo apegado a nuestra identidad”, asegura.
Al mismo tiempo, su modelo de desarrollo no es bien visto por toda la comunidad. “Hay unos grupos que luchan por mantener al indígena en el esquema de ‘los pobrecitos’”, denuncia Danilo.

“No creemos en la filosofía paternalista, ni queremos recibir donaciones. Las dádivas nos hacen dependientes”, añade Romel. “Necesitamos las herramientas y el empujón, pero que ese empujón nos venga a satisfacer las necesidades que tenemos ahora y en el futuro”, concluye.

Cuando piensan en sus inicios y en los logros conseguidos, se muestran satisfechos. “Empezamos a organizar actividades familiares para reunir recursos. Ya son incontables los proyectos: turismo, industrialización de productos orgánicos, artesanía… creemos que vamos a salir adelante ”, relatan.

“Nuestros antepasados se fueron pensando en que el sol volviera a brillar otra vez para los indígenas. Está en nuestras manos conseguirlo”, sostiene Romel.

Ecoturismo y turismo médico, otros ‘clusters’.

No fabrican delicados y valiosos productos de alta tecnología, pero sus representantes aseguran que su oferta de productos y servicios son igualmente valiosos. Se trata del turismo médico y el ecoturismo. Massimo Manzi, director ejecutivo del Consejo para la Promoción Internacional de la Medicina de Costa Rica (Promed), indicó que este cluster está integrado por 60 empresas, entre hospitales, clínicas, hoteles, centros de recuperación, universidades, bancos y líneas aéreas.



Cifras aportadas por Manzi calculan que el turismo médico genera alrededor de 5.000 puestos de trabajo directos y divisas anuales por $250 millones.

El ejecutivo destacó que la principal fortaleza de este cluster es la calidad de los servicios y el hecho de que el 100% de los hospitales privados están acreditados internacionalmente.

En cuanto al ecoturismo, el Instituto Costarricense de Turismo incluye en este sector a las caminatas por senderos, la observación de la flora y la fauna, la observación de aves y las visitas a comunidades rurales.
“Esa mezcla de posibles actividades es uno de los factores de competitividad más importantes que tenemos: la posibilidad de realizar muchas actividades distintas siempre en un entorno natural”, indicó la entidad mediante su oficina de prensa.

Un estudio efectuado en el 2009 por la entidad revela que 46 de cada 100 turistas visita el país para realizar actividades relacionadas con el ecoturismo. La mayoría viene por aventura.

Poás apuesta por ‘Ruta de hortensias’.

Empresarios, vecinos y estudiantes de comunidades aledañas al volcán Poás le apuestan a la “Ruta de las hortensias” para potenciar el turismo, en una zona que poco a poco levanta cabeza tras el terremoto del año pasado.

La esperanza comenzó a cristalizar ayer: escolares de ocho centros educativos, miembros de la Cámara de Turismo y Comercio de la Región del Volcán Poás y del Ministerio de Obras Públicas (MOPT) sembraron cerca de 4.000 estacas de estas plantas en diferentes puntos de Varablanca, Poasito y Fraijanes.



Según explicó Isabel Vargas, presidenta de la Cámara, el objetivo es “llenar de flores cerca de 50 kilómetros de carreteras” que comunican Alajuela centro, San Pedro de Poás, Los Cartagos y Varablanca con el coloso.

“No solo se trata de embellecer la zona, sino que queremos atraer más turistas, ojalá más costarricenses. Queremos que no solo visiten el volcán, sino que vean que en toda la ruta hay muchas cosas hermosas que ofrecer”, dijo Vargas.

Las estacas (o ‘hijos’) fueron donadas por nueve empresarios de la zona. El objetivo es que las futuras siembras de hortensias cuenten con el apoyo de más representantes vecinales y empresariales.
Para lo que resta del 2010 están previstas dos más: a finales de este mes y de noviembre. Sin embargo, la iniciativa se extenderá varios años más. 

“Queremos crear identidad, compromiso de cuidar la naturaleza y el ornato de las vías”, declaró Vargas.

Entusiasmo. Katherina Solano, estudiante de tercer grado de la escuela de Varablanca, es una de las vecinas comprometida con la idea. La menor no dudó en llenarse las manos de barro con tal de sembrar estacas y matas de hortensia a un lado de la calle que comunica su pueblo con Cinchona, el pueblo más golpeado por el sismo del 8 de enero del 2009.

“Esto es bonito y también le hacemos bien a la naturaleza”, expresó con cierta timidez.

En Fraijanes, Betzabé Villegas, estudiante de quinto grado de la escuela local, fue de las más entusiastas en las labores de siembra. “En mi casa estaban muy contentos porque el lugar se verá más bonito”, contó.
Eugenia López, directora de la Asociación de Seguridad y Embellecimiento de las Carreteras Nacionales (Asecan), se comprometió a que cuadrillas de esta dependencia del MOPT “garantirán el cuidado” de las matas. 

“Está contemplado hacerlo una vez al mes, porque de nada valdría tanto esfuerzo para dejarlo”, apuntó.

Peñas Blancas piensa en el sector turismo como opción.

El distrito de Peñas Blancas cuenta con paisajes naturales de gran belleza, pero hasta ahora no ha sabido explotarlos como sí lo han hecho sus vecinos de La Fortuna ( San Carlos).

“La población teme el impacto de una inversión grande. Esta debe llegar integrándose con la comunidad”, dijo Alfonso Kweton de origen alemán, quien en el 2000 abrió una venta de artesanía y hospedaje para turistas entre San Isidro y Chachagua.

El volcán Arenal se aprecia desde Chachagua.
 A criterio de Elibeth Varela, Intendente de Peñas Blancas, el proceso de apertura comenzó. “El Castillo es de Peñas Blancas, es una zona con desarrollo que ya recibe turismo. En San Isidro hay empresas con potencial”, destacó la funcionaria.

Según dijo, iniciaron contacto con instituciones estatales para brindar capacitación en temas como aprendizaje de idiomas, entre otros.

Tanto Kweton como Varela coinciden en señalar que la colindancia conla Liga de Monteverde (26.000 hectáreas de área protegida) es muy favorable. “Tenemos para el desarrollo ecológico. Los precios de la tierra son accesibles para invertir”, concluyó Kweton.

Terapia con células madre incrementa el turismo médico.

Cuando Robert Ramírez fue diagnosticado con el mal de Parkinson en el 2006, su médico le dio una serie de remedios, pero escasa esperanza: “Él me dijo que no había mucho que podía hacer, excepto ‘pasar al otro lado’”.

Ramírez, un mecánico peruano-estadounidense que vive en la parte norte de Nueva Jersey, buscó otras posibilidades. Su esposa, Elvira, vio a Jorge Tuma en un programa periodístico de la televisión peruana. El médico peruano, que vive en Lima, dijo que podía tratar el mal de Parkinson y otras enfermedades con inyecciones de células troncales. El costo del procedimiento era de $6.000. Por esa razón, los Ramírez viajaron a Lima para que Robert iniciara el tratamiento.



Ramírez forma parte de un número creciente de pacientes que usan terapia de células troncales en ultramar. Los expertos afirman que miles de personas emplean esa terapia. Y Tuma es uno de docenas de médicos no estadounidenses que ofrecen dichos tratamientos.
Expertos en Estados Unidos temen que médicos en el exterior estén tratando a pacientes de manera apresurada, sin esperar las pruebas clínicas para validar la seguridad de sus tratamientos.
Sin embargo, la terapia de células troncales se ha convertido en un área lucrativa del “turismo medicinal”.

Las células, que se extraen de embriones y de ciertos tejidos de personas adultas, tienen la capacidad de crecer convirtiéndose en diferentes tipos de células.

Problemas éticos que rodean el uso de embriones para la terapia de células troncales han demorado las investigaciones en países como Estados Unidos y el Reino Unido.

Guía para turistas. Timothy Caulfield, del Instituto de Leyes Sanitarias de la Universidad de Alberta, examinó 19 sitios donde se ofrece terapia de células troncales, y divulgó recientemente los resultados de su investigación. “Existe una disparidad entre lo que se ofrece y lo que señala la literatura científica”, dijo Caulfield.
“Las personas que ofrecen los tratamientos aprovechan dos cosas: el entusiasmo genuino por la terapia de células troncales y la controversia que rodea su investigación”, agregó.
De acuerdo con la encuesta de Caulfield, las clínicas cobran como promedio $21.500 por la terapia de células troncales. Pero recientes informes de prensa indicaron que clínicas en China podrían cobrar hasta $70.000.

Vida casi normal. Tuma, el cardiólogo que atendió a Ramírez, enfermo del mal de Parkinson, promete restaurar órganos enfermos y tejidos usando células troncales adultas recogidas de los propios cuerpos de sus pacientes.

Desde el 2005, Tuma ha tratado a unos 600 pacientes, alrededor de una cuarta parte de ellos de otras naciones además de Perú, por una serie de enfermedades. Eso incluye el mal de Parkinson, diabetes y enfisema. Su método consiste en inyectar células troncales del paciente en el órgano enfermo.

“Siempre informo a mis pacientes que no se trata de una cura, pero creo que es una tremenda y novedosa alternativa para mejorar la calidad de vida”, comentó Tuma.
El médico operó a Ramírez en octubre de 2007. Tuma inyectó células troncales de la médula espinal del paciente en una arteria que las condujo al cerebro. Allí, dijo Tuma, comenzaron a generar nuevas células que pueden frenar el avance del mal.

Al cabo de unas semanas, Ramírez comenzó a experimentar un alivio general. Se siente ahora mejor que antes de la operación y sus síntomas son menos perceptibles.

“Puedo bailar con mi esposa y vivir una vida casi normal”, indicó Ramírez.

Como muchos médicos que ofrecen tratar enfermedades mediante la inyección de células troncales, el tratamiento de Tuma no fue aprobado por el Gobierno peruano.

No hay tiempo que perder. Timothy Henry, cardiólogo del Instituto de Cardiología del Hospital Abbott Northwestern, está autorizado por la Dirección de Alimentos y Medicinas de Estados Unidos para efectuar pruebas clínicas usando células troncales adultas destinadas a solucionar problemas del corazón. Henry dijo que ha tratado a unos 150 pacientes y que los datos obtenidos hasta ahora son prometedores. Pero Estados Unidos está atrasado en relación con otros países del mundo en materia de terapia de células troncales. Y eso se debe, en parte, a las preocupaciones de índole ética acerca de la utilización de embriones.

“La investigación relacionada con células troncales adultas ha tenido graves problemas. Hay gran confusión e información desacertada sobre las células troncales extraídas de embriones”, comentó Henry.

Sin embargo, pacientes desesperados como Ramírez se muestran renuentes a aguardar evidencias de peso o la aprobación de las autoridades federales de Estados Unidos.

Roberto Brenes es otro médico que realiza terapia de células troncales adultas. Él publicita sus servicios a través del portal de acceso en la Internet cellmedicine.com . Su clínica está en San José, Costa Rica. Tanto Brenes como sus colegas han tratado a entre 50 y 70 pacientes aquejados de esclerosis en placas. El tratamiento consiste en inyectarles células troncales tomadas de tejidos grasos. La terapia cuesta entre $15.000 y $25.000.

Según afirmó Brenes, “las tasas de éxito son bastante elevadas”. Si bien Brenes admite que nunca se han realizado pruebas clínicas a fin de demostrar la eficacia de la terapia de células troncales para curar la esclerosis en placas, muchos pacientes no desean esperar.

“Esta área de la medicina progresará mucho en los próximos 10 a 15 años, pero muchos pacientes necesitan ayuda médica ahora y desean que les hagan el tratamiento”, agregó Brenes, inclusive si eso significa costosas visitas de seguimiento.

Tuma le dijo a Ramírez que necesita verlo cada seis meses para examinar sus progresos. Y Tuma le ha dicho que, si retornan los síntomas del mal de Parkinson, tal vez sea necesaria otra terapia.

“Sé que la terapia no es una cura completa. Pero no creo que sea peligrosa y la haría de nuevo”, en caso necesario, señaló Ramírez.

Sin embargo, no muchos se muestran de acuerdo con ese criterio. Sean Morrison, director del Centro de Biología de Células Troncales en la Universidad de Michigan, indicó que “gran cantidad de pacientes están dispuestos a gastar $6.000 para comprar esperanzas, pero no creo que sea correcto vender aceite de víbora”.

Hotel El Tucano apunta hacia turismo médico.

Con el fin de convertir al hotel El Tucano en el primer eslabón de una cadena de centros especializados en turismo de bienestar, el próximo martes se llevará a cabo una subasta de bonos por $7 millones. El Tucano está en La Marina de San Carlos, en la zona norte



La deuda será contraída por el Fideicomiso Altara El Tucano-Scotiabank, el cual se hará propietario del 100% de las acciones del hotel y respaldará la emisión con un programa de venta internacional de membrecías con un costo de $16.000 cada una.

“Se ha estimado que en un periodo de tres años se venderán un total de 2.000 membrecías, tanto en Costa Rica, como principalmente en el extranjero”, señala el prospecto de la emisión, el cual está registrado ante la Superintendencia General de Valores (Sugeval).

Esta emisión saldrá bajo la modalidad de “oferta pública restringida”, que está dirigida únicamente para inversionistas sofisticados o institucionales.

“Hemos conversado con varios puestos de bolsa y hay apetito en el mercado por títulos como los del fideicomiso”, comentó Ronald Vargas, socio de VH Finanzas, la firma que estructuró el fideicomiso.
La ejecución de este proyecto turístico dependerá del éxito de la colocación de los bonos, cuyos vencimientos van de uno a tres años.

El Tucano tiene 15 años de operar y está libre de gravámenes. Bajo la marca Altara, se convertiría en un club internacional con servicios médicos, estéticos y holísticos

En Zapotal le apuestan al turismo y la industria láctea.

La lejanía donde viven no fue obstáculo para un grupo de vecinos de la comunidad de Zapotal pusiera en marcha un proyecto agroturístico en procura de un mejor futuro social y económico.  También, la Asociación de Zapotal Agroturística (Azagrotur), con participación de campesinos, ha desarrollado una industria de producción de queso y natilla para competir en el mercado, con calidad, con grandes empresas. 



La empresa se inició hace tres años cuando diez mujeres de Zapotal –Miramar– recibieron ¢22 millones de Fundecooperación y un terreno del Instituto de Desarrollo Agrario (IDA). 

De ellas solo quedaron cinco dispuestas a asumir el reto y con pico y pila empezaron a formar el paraje turístico que hoy da albergue a turistas ticos y extranjeros: Cabañas Agroecoturísticas Las Orquídeas.
Además del hospedaje ($10 por persona sin alimentación y $25 con las tres comidas), se ofrecen visitas por senderos dentro de la finca, visita a la fábrica de quesos, a un invernadero y a los cultivos de agricultura orgánica, de donde los productores obtienen las legumbres y hortalizas para abastecer el restaurante del albergue. 

“Cuando nos veían paleando los senderos y haciendo los planteles de las cabinas se reían, y gracias a Dios ahí vamos”, manifestó Marianita Elizondo, socia del proyecto. 

Quesos y natilla

Azagrotur también trajo otro beneficio: mejoró la economía familiar de sus miembros desde que decidieron incurrir más agresivamente en la producción de queso y natilla.  Empezaron hace ocho años procesando cuatro tarros diarios de leche (60 botellas cada uno) y hoy industrializan 20 por día. 

“Hemos aprendido en el camino. Sabemos que, ante todo, está la calidad y por nuestra calidad estamos compitiendo con grandes empresas. Los clientes agradecen calidad”, dijo Nautilio Hernández, presidente de dicha asociación. 

Colocan su producto en Alajuela, Quepos, Montes de Oro y Puntarenas.

Turismo impulsa creatividad empresarial.

Pequeños empresarios de Guanacaste identificaron oportunidades alrededor del gran desarrollo turístico y convirtieron la tradición y cultura regionales en una buena fuente de ingresos.  Comidas típicas, retahílas y teatro, artesanías representativas de la zona y ropa se ofrecen a los turistas en hoteles y otros sitios.  La mayoría de las pequeñas empresas está en manos de amas de casa que antes no tenían ingresos. Actualmente hacen una gran contribución al presupuesto familiar. 

Programa. Ecodesarrollo Papagayo se unió con el Instituto Nacional de Aprendizaje, la Universidad Nacional, la Universidad de Costa Rica y otras entidades para fomentar las pequeñas empresas regionales.

El programa se llama Creciendo juntos y ofrece talleres en diferentes actividades, como comidas y artesanía a vecinos de la zona. Luego de la capacitación, cada empresario en particular o en grupo desarrollan su actividad. Un grupo de mujeres, por ejemplo, desarrolló un servicio de comidas regionales para hoteles pequeños y medianos de la región. 

La capacidad y experiencia en retahílas y teatro típico fue rescatado por otra mujer que ofrece el servicio a los hoteles, estos le pagan por cada hora y media de presentación ¢100 mil. 

Atractivos. Lucy Vallejos, una ama de casa del barrio Comunidad, en el cantón de Carrillo, participó en Creciendo juntos , donde recibió con otro grupo de vecinos un curso de diferentes tipos de artesanía.
Ella decidió seguir la técnica de repujado en metal. Desarrollo ranitas en esa técnica en diferentes colores y luego las colocó sobre piedras del río Tempisque para ofrecer prensa papeles.
Dos atractivos para los turistas se combinan en su propuesta: las ranas de Costa Rica y algo representativo del principal río de la región guanacasteca. 

La artesana vende su producto en hoteles de lujo como Punta Islita y Four Seasons. Vallejos dijo que otros compañeros hacen repujado en cuero, jícaras adornadas.
Los empresarios impulsan la creación de la asociación de artesanos del Tempisque, para vender en Sarchí y la Fortuna.

¿Dónde encuentro opciones baratas para viajar dentro de Costa Rica?

Aunque es paradójico, los residentes de Costa Rica pocas veces tienen oportunidad de disfrutar de las maravillas que este país tiene y que tantos turistas extranjeros pueden conocer. Más que todo, esto se debe al desconocimiento de las opciones cómodas económicamente para aprovechar.



Si usted tiene pensado realizar un paseo familiar durante un día para aprovechar las fiestas de este fin e inicio de año, es mejor que prepare su bolsillo, pues podría desembolsar desde ¢2.500 hasta ¢49.500 por persona, solo por un boleto de ingreso o un tour.

Así que la oferta es variada y para todos los tipos de presupuesto.

No siempre tiene que ser un paseo a la playa, que suele ser la primer idea que llega a la cabeza, sino que también hay decenas de opciones que estan disponibles como paseos a fincas, museos, parques, etc.

Si dispone de un poco más de tiempo y presupuesto, podría conside rar una estadía corta en alguno de los hoteles del país. Aunque el sector turístico reportó alta ocupación para estos días, la disponibilidad de hospedaje varía por región.

Así que investigue, una opción para comenzar el sondeo es el sitio ¡Vamos a turistear! (www.vamosaturistear.com), del Instituto Costarricense de Turismo, donde podrá consultar destinos en playa, montaña, ciudad y turismo de aventura.

La Isla Cementerio de Motezuma

Hace al menos 100 años los vecinos de Cabuya, en Montezuma, empezaron a enterrar a sus muertos en una isla que se ha convertido en un cementerio inusual y hasta exótico
Nadie parece saber a quién se le ocurrió, pero hace más de 100 años los vecinos de Cabuya, a siete kilómetros de Montezuma, empezaron a enterrar a sus muertos en una isla que solo permite el paso dos veces al día, cuando baja la marea. Es un cementerio singular donde reposan -en las tumbas más diversas- los restos de muchos lugareños, pero también los de varios extranjeros que han escogido este exótico lugar como última morada.

Convertido en uno de los destinos turísticos más apetecidos por propios y extraños, Montezuma, en el Pacífico Central, tiene en el poblado de Cabuya una "sucursal" que ofrece un encanto diferente porque todavía mantiene vestigios rurales fuertemente arraigados.

Sus playas más bien rocosas y llenas de arrecifes han evitado la explosión comercial y turística que ha habido, por ejemplo, en Montezuma. En Cabuya, por el contrario, reina una tranquilidad impresionante en aquellos lares de playas desiertas y caminos bordeados de amapolas, llenas de iguanas, monos congos y aves de muchas especies.
El pequeño pueblo se dispersa a lo largo de un camino central, a veces de lastre y a veces de tierra, que termina en la playa, justo al frente de donde, unos 400 metros mar adentro, se impone la visión de la pequeña isla que desde lejos se presumiría desierta, excepto por el llamativo arco blanco tipo sacro que anuncia la existencia del singular cementerio del pueblo.
La isla de Cabuya, denominada así porque en su superficie abunda esta planta, se ha convertido en un atractivo para los visitantes por varias razones.
En el punto más bajo de la marea se puede llegar desde el pueblo -al que la isla heredó el nombre- por un sendero de piedras bordeado por el suave oleaje. Después, conforme la marea va subiendo, las lenguas de mar se acercan entre sí, milímetro a milímetro, hasta que las aguas cubren por completo el camino, que queda varios metros bajo el océano.
Este espectáculo, que se repite cada mañana y cada tarde en un horario que definen las fases de la luna, constituye por sí mismo una gran atracción. Ahí, en una superficie de tres hectáreas y media, rodeada de rocas, olas, palmeras y vida marina, yacen los restos de una cantidad indeterminada de personas.
Paz junto al mar
Decenas de extranjeros han escogido esta especie de santuario tropical como su morada final.
El aspecto de este cementerio tiene muy poco que ver con el de un camposanto tradicional. Las cruces y tumbas se suceden sin ningún orden en medio de la vegetación tropical y una alfombra de conchas. Hay cruces de concreto, de madera y de acero oxidado, y otras tantas formadas por dos troncos y atadas por un alambre cualquiera.
Algunas sepulturas están cubiertas por un montículo de piedras; otras tienen lápidas tradicionales, muchas despintadas o corroídas por la brisa marina o el descuido de los deudos.
Llaman la atención un par de tumbas diminutas, una junto a la otra, que pertenecen a unos gemelitos de apellido Rodríguez que murieron en 1976 al nacer, según contaron los vecinos.
También hay quienes han construido bóvedas modernas con espacio para varios difuntos, una señal inequívoca de que varios miembros de una misma familia han acordado ser sepultados en este sereno lugar.
Pero las que más curiosidad producen son aquellas con representaciones simbólicas, como la que exhibe una escultura de dos cabezas unidas mirando en direcciones contrarias, o la que tiene una hélice de avión y la escultura de una mano semiabierta.
Las historias de estas dos tumbas, cuyos moradores han sido de los últimos en ser sepultados en "la isla de los muertos" -como se le conoce- también son del dominio de los habitantes del pequeño pueblo de Cabuya (ver nota "Costa Rica, su último gran amor").
Cabuya es un poblado de poco más de un centenar de familias. Con excepción de aquellos que se han involucrado en la industria turística de comunidades aledañas como Montezuma o Malpaís, la mayor parte de su población se dedica a la agricultura, la ganadería o la pesca.
Las viviendas, en general, son humildes, sin cercas ni divisiones que las separen, y bien ventiladas. Están provistas de hamacas o sentaderos donde los vecinos se sientan a disfrutar de la brisa marina en medio de sabrosas tertulias.
Es fácil diferenciar a los lugareños de los pocos extranjeros de pinta inconfundible que fueron seducidos por la estampa rural de este pueblito costero y tranquilo. A los primeros se les distingue a golpe de ojo por su piel curtida.
El hombre más anciano del pueblo se llama Guadalupe Avilés Avilés. Tiene 86 años y 70 de haber llegado a Cabuya, cuando ahí solo vivían dos familias: los Gómez y los González, y la única forma de llegar al caserío era bordeando la costa, porque ni siquiera había caminos.
Don Lupe -como lo llama toda la comunidad- hace alarde de su inquebrantable salud y su lúcida memoria. "Cuando vine, ya eso era un cementerio, pero había poquitos muertos, solo los parientes de los Gómez y los González". Él ha asistido, durante las últimas siete décadas, a decenas de entierros de vecinos de Cabuya y también de muchos extranjeros que han elegido ese santuario tropical como su última morada. Allí están enterrados su abuela y su papá, y allí -dice él- probablemente "le toque" cuando le llegue la hora.
La marea -asegura- no tiene hora fija. "Por esta época se 'abre' como a las 8 de la mañana y a las 4 de la tarde. Por eso, los entierros siempre son, o bien temprano, o bien tarde, muchas veces de noche", cuenta don Lupe.
Uno de los inconvenientes que hay es el apuro con el que se van a dejar los restos de quienes fallecen es que, según el sector escogido para el entierro, a veces los hombres del pueblo deben empuñar el pico además de la pala, pues les toca romper, unos dos metros hacia abajo, la dura piedra que yace bajo la arena.
El trabajo debe terminarse antes de que la marea suba e impida terminar el sepelio como debe ser.
Don Lupe tiene su propia hipótesis sobre las razones por las cuales la isla se escogió como cementerio. "Es muy rocosa y ahí no pega ningún cultivo. Lo único que se da es el coco; un vecino ha sembrado bastante pero es más que todo para que la gente que llega ahí los coja".
También explica por qué muchos decoran las tumbas con flores artificiales, que sobresalen con sus vivos colores en medio de la seca vegetación que surge desordenadamente por todos lados.
"No se pueden llevar flores naturales porque los caricacos o iguanas van a poner huevos ahí y se las comen. Otra cosa es que de la iglesia hasta el mar toda la gente va a pie, nadie lleva carro nunca; es a puro lomo", dice, en referencia a la forma en que se carga el ataúd.
El pueblo de Cabuya es pequeño y la gente, longeva, afirma don Lupe. Será por eso que, en los últimos años, han escaseado los entierros en "la isla de los muertos".
El último fue el de Frank Jaeger, el alemán cuya tumba exhibe la hélice del avión y la escultura de la mano. Murió en enero del 2003 y, desde entonces, ningún cortejo fúnebre ha debido esperar que el mar se abra para que una legión silenciosa ingrese a la isla a dejar un nuevo inquilino.
Quienes han presenciado los sepelios en la isla de Cabuya aseguran que estos recuerdan la estampa bíblica del Éxodo, cuando Dios dividió el Mar Rojo para darle un escape a los israelitas que huían del ejército egipcio.
En este caso, es la naturaleza la que abre el paso en el mar, no solo para que descansen los muertos, sino también para que lo hagan los vivos, pues algunos lugareños aseguran que el solitario camposanto rebosa tanta paz que es el lugar ideal para ir a reflexionar cuando los asuntos se vuelven de vida o muerte.

Su último gran amor

Acostumbrados desde siempre a tener sus muertos en una isla dominada por mareas caprichosas, los vecinos de Cabuya -a diferencia de los foráneos- no se impresionan con el extraño espectáculo de un desfile fúnebre entrando al mar.
Sin embargo, en el pueblo no hay quien no evoque lo emotivo que fue el último entierro, el de El Rasta, un alemán de 37 años que vivió durante una década en Montezuma y era muy querido en la zona.
"Fue algo bellísimo, como no se recuerda nunca antes. Lo enterraron de noche, y los amigos pusieron en las dos orillas del arrecife velitas dentro de bolsas plásticas con una base de arena para que se mantuvieran firmes y no se apagaran. Era algo impresionante ver a la gente entrando al mar aquellas filas de luces a los lados, a él lo querían tanto que también vinieron varias pangas desde Montezuma y otras partes. Parecía un desfile, fue impresionante", recuerda Floribeth Avilés, secundada por un grupo de vecinas convencidas de que aquel acto fue uno de los más sublimes que ha vivido Cabuya.
Y es que Frank Jaeger, a quien todos querían tanto, había dicho con suficiente tiempo que su última voluntad era descansar para siempre en isla Cabuya, en la región costarricense de la que se enamoró perdidamente. Tanto así que decidió regresar en la fase terminal de su enfermedad solo para morir ahí.
Jaeger, casado y padre de tres niñas, padecía toxoplasmosis. En los últimos años viajó a su natal Alemania para tratarse pero, a principios del 2002, cuando supo que no había nada que hacer, tomó un avión junto con su familia y vino a disfrutar de sus últimos días al lado del mar, en la tierra que tanto amó y con sus compatriotas adoptivos, los que un gran cariño le demostraron en aquel singular homenaje de despedida.
Murió en enero del año pasado y su tumba es una de las más llamativas. Una hélice rememora su amor por la aviación, y la escultura de una mano que intenta atrapar el aire representa el ímpetu con que Frank vivió su corta vida, como lo interpreta su gran amigo, el escultor Daniel Gautschi, un suizo que vive en Cabuya desde hace 12 años.
 
Casualmente, fue Gautschi quien esculpió la otra llamativa escultura del cementerio: un busto con dos cabezas mirando en direcciones opuestas. La historia de quienes reposan bajo esta tumba no es menos dramática que la de Jaeger.
Claudia Bassauer, la esposa de Gautschi, tuvo un affaire a primera vista con Cabuya. El matrimonio llegó de paseo y pronto decidió abandonar su formal vida en Suiza para instalarse en el pequeño pueblito, donde viven de la escultura, la pintura y la joyería.
Los tres hermanos de Claudia (dos mujeres y un hombre) vinieron a visitarla, se enamoraron del país y, finalmente, decidieron seguir los pasos de su hermana. Andreas, su hermano mayor e ingeniero en computación, fue el último en venir, hace exactamente tres años. Decidió radicarse aquí junto con su amigo Dusan, también suizo pero de ascendencia checoslovaca.
Andreas había resuelto vivir en Cabuya pero, cuando llegó desde Suiza para radicarse definitivamente en la zona, quiso "turistear" un poco por otros lugares del país antes de fundar su nuevo hogar.
Pero los planes de Andreas y Dusan se vieron truncados trágicamente justo el martes santo del 2002. En ese momento, se encontraban en Puerto Viejo de Limón. Estaban disfrutando del mar en el sector de Punta Cocles y, en un instante, una ola arrastró a Andreas. Su amigo se lanzó en su ayuda, y en el intento, ambos se ahogaron.

"Fue una cosa terrible para todos, pero especialmente para mis papás", cuenta Claudia. "Resultó muy difícil, sobre todo para mi mamá, que los enterráramos aquí, pero hicimos una reunión familiar y pensamos que su última voluntad era vivir en Costa Rica. Ellos habían visitado la isla y les había gustado mucho, así que creímos que sería lindo que descansaran ahí, junto al mar, en la tierra que no pudieron disfrutar".

La escultura de las dos cabezas simboliza la unión de los dos amigos, pues su familia afirma que siempre hicieron todo juntos.

La madre de Claudia es la única de la familia que nunca ha viajado a Costa Rica. La señora, de 70 años, tiene impedimentos de salud que le imposibilitan venir. Sus otros hijos, eso sí, le han descrito de una y mil maneras cómo es el lugar donde reposa su adorado hijo.

Para que la señora se diera una mejor idea, Daniel Gautschi pintó la isla, tal cual luce desde la costa de Cabuya, en un gran cuadro que hoy sobresale en la casa de la familia, en Suiza. 

"Mi mamá todavía sufre muchísimo. Pero algo la consuela la pintura de la isla. Dicen que la abraza cuando está muy triste. Para ella, de alguna forma, es como abrazar a mi hermano", reflexiona Claudia, finalmente, con un dejo de resignación.

Como recuperar el ritmo de trabajo al terminar las vacaciones

Las vacaciones son sinónimo de descanso, a tal punto, que puede haber dificultad para concentrarse cuando se retoman las labores de la oficina. “El tiempo libre y de descanso es fundamental para el cuerpo humano porque permite recobrar energías y liberar estrés”, aclara la doctora Alicia Marín.
“Sin embargo, cuando el cuerpo entra en un estado de relajación alto, pueden darse problemas posteriores para recuperar la concentración y la eficiencia de las labores”, agregó Marín, asesora médica de la empresa GNC.


Para ese proceso de “reacomodo” en la oficina, la especialista aconsejó elaborar una agenda de trabajo con prioridades claras. Además, Marín indicó que es importante dormir suficiente antes de regresar al trabajo.

Sobre los hábitos de sueño, recordó que el estrés y las preocupaciones favorecen la desconcentración, por ello, aconsejó aprovechar el tiempo libre para mejorar la salud mental. Marín también resaltó la importancia de la alimentación diaria porque “el cerebro necesita de nutrientes específicos para el funcionamiento óptimo de la memoria y de la concentración”, dijo.

De hecho, antioxidantes, aminoácidos y vitaminas del grupo B favorecen el desempeño del cerebro, entre otros nutrientes. “El cacao puro es una excelente opción gracias a su alto contenido de antioxidantes y teobromina. Igualmente, los cítricos aportan la vitamina C requerida y el aguacate, las almendras y el aceite de oliva proporcionan vitamina E”, dijo. “También, las legumbres y los cereales integrales dan su aporte de vitamina B y los vegetales verdes ayudan con el funcionamiento del cerebro porque poseen minerales como magnesio o zinc”, detalló Marín.

De igual forma, los ácidos grasos omegas se pueden encontrar en el pescado y la linaza. Un especialista en salud también puede orientar sobre mejoras para su desempeño.